Chus Fernández

«A Cifu»

Cifu

Cifu, Juan Claudio Cifuentes, es sin duda el mejor divulgador, defensor del jazz en España. Nuestro encuentro en 1997 en Borja, con motivo del naciente Borja en Jazz, vino precedido de toda una historia de admiración, desde que regresé de Italia donde esquivé, de 1977 a 1985, la llamada movida. Acostumbrado, en Milán, a vivir la noche entre clubes de jazz, estudios de grabación y bares ‘indie’ con sorpresas culturales, aterricé en mi ciudad, Zaragoza, cuyo repertorio nocturno, digno pero escaso, me invitó de inmediato a buscar alegrías en mi domicilio.

Cada semana esperaba el día en que un señor, que parecía amigo de todos los músicos que yo admiraba, nos regalaba un programa de televisión con excelentes conciertos y entrevistas que nos acercaban a los grandes del jazz. Recuerdo como en uno de ellos, Joe Zawinul decía de Jaco Pastoriusalgo así como «Muy corazón». El jazz se convertía, gracias a ‘Jazz entre Amigos’ en algo cercano, entrañable.

En Italia tuve ocasión de ver a poca distancia a Jack De Johnette, Paquito de Rivera, Dizzy Gillespie, Art Ensemble of Chicago, Don Pullen, incluso de haber comentado algunas cosas con Dave Holland o Sam Rivers… Lo de ‘Jazz entre amigos’ iba más allá, era ver a un personaje cercano, como resultaba Cifu, alternando con las grandes estrellas. Era el regalo de cada semana.

Desaparecido el programa, le podía seguir en la radio, donde me dio la impresión de que sabía todo sobre el jazz. Ignoraba como contactar con el Cifu, hasta que en 1993, recibí una llamada de mi admirado ‘sabio’ solicitando colaboración para la ‘Guía Profesional del Jazz en España’. Desde entonces, algunas conversaciones telefónicas nos mantuvieron en contacto.

Durante las reuniones previas al nacimiento de Borja en Jazz, en 1997, propuse que las presentaciones de los conciertos corrieran a cargo de Cifu, propuesta que aceptaron de inmediato los otros tres componentes de la organización, el periodista y artista Luis García Bandrés, Mª Jesús (viuda de Miguel A. Bordejé, el homenajeado, y gran amigo mío) y el galerista Julio Álvarez.

Llegó el día de la inauguración, y también el más lluvioso del año. Me encontraba refugiado en un bar cercano al ayuntamiento de Borja cuando sonó el móvil; era Cifu, cuya cara me era familiar, pero dudo que la mía lo fuera para él. Sin paraguas, pedí permiso al camarero, me llevé una sombrilla de la terraza, protección acorde con el diluvio, y fui a su encuentro. Estábamos a unos diez metros de distancia, cuando se paró, y bajo su elegante paraguas, me señaló y dijo: «Chus». Yo entendí: «No podía ser otro»

Desde entonces, volvió a echarme un cable en Zaragoza (Cine Mas Jazz en el Colegio Mayor Cerbuna, 2002), y en la inauguración de Teruel Jazz en 2003, y me cuento como uno más de los innumerables amigos de Cifu, «Cifu para los amigos», porque me gusta el jazz.

Años más tarde, en uno de mis viajes a Madrid, me invitó a su casa. No pude saber de que color eran las paredes de su estudio, pues estaban tapizadas de discos, perfectamente organizados y se habló de todo, incluso de cosas ligeras, como cuando le mencioné a Spike Jones, el me respondió con Peter Schickele (P.D.Q. Bach); hasta en esto quedó claro quien era el maestro. Creo que sería un buen ejercicio, reflexionar sobre la influencia de determinadas personas en la sociedad. Don Moye, batería del grupo Art Ensamble Of Chicago, comentaba que a pesar de lo que muchos creen, los responsables de la evolución, no son los príncipes, o los grandes personajes que llenan los informativos; los que hacen que la historia avance son los pensadores, filósofos, artistas…

Que habría sido, por ejemplo, de la cultura musical de nuestro país sin ‘Jazz entre amigos’, sin ‘Jazz porque sí’ , sin ‘A todo jazz’…, sin ese amigo mío -y de Ron Carter, Tete Montoliú, Benny Golson, Philp Catherine…- al que los grandes del jazz saludaban con respeto. Que habría sido, sin Cifu, quedesde principios los años 60 nos estuvo educando en el arte de escuchar música.

Hace un mes escribió en su facebook un mensaje de apoyo a la iniciativa de hacer la jam más larga, en la Bóveda de Zaragoza, que se ha celebrado entre el 20 y 22 de marzo. Estaba en activo y en todo. Le habría encantado ver tantos músicos, de todas las edades (¡¡¡Cuántas chicas jazzistas!!!) repasando los distintos estilos de la música que vivía con pasión

En menos de una semana, nadie lo esperaba, hemos tenido que aceptar que ya no tendremos la voz en directo de Cifu. El mismo día en que una banda de jazz tocaba en la sala del crematorio de Madrid, acababa con una reunión de amigos de Cifu en el Bogui, segunda casa del homenajeado, según comentó Dick, director del club de jazz. Dick nos recordó, entre otras cosas, que Cifu era bilingüe, pues era capaz de entenderse con los músicos en el lenguaje propio de su profesión, y con, aquellos cuyos conocimientos sobre jazz eran escasos. Nos contó también como a él mismo le había contagiado la pasión por el jazz, hasta el punto de llevarle en 2005 a montar un club de Jazz. A las palabras de Dick, siguieron los sonidos de contrabajo, trombón, saxos, piano, batería… Allí encontré a Montse, que me relató anécdotas de sus viajes por el mundo con Tete, y recordamos la actuación del gran maestro del piano en Veruela, en el primer Borja en Jazz. Estaba también Joseba, el del club Hacería de Bilbao, y muchos amigos y amigas, que recordaban lo entrañable del personaje y su memoria prodigiosa. Su compañera Isa, y sus hijas Laura y Mónica, agotadas tras una semana casi silenciosa con el ‘jefe’, se habían quedado en casa.

Su ‘novia’, a la que muchos pretendemos, estaba allí, flotando, bailando entre las paredes del Bogui, pero Cifu, al menos para nosotros, se había vuelto invisible. Seguro que estaba contenta en medio de tantos pretendientes, aunque añoraba a su novio más fiel. Todos los años, a principios de enero sonaba el teléfono y escuchaba:»¿Qué tal, majo»? Este año me anticipé yo, pues queríamos tenerlo en Morillo de Tou para el festival de jazz. Será la gran ‘presencia’, porque sin Juan Claudio Cifuentes, ‘Cifu’, la historia de este país, de su cultura y de sus festivales no sería la misma. Así se despedía:»Besos, abrazos, carantoñas y achuchones múltiples para todos».

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